“A la viejita que nunca conocí, pero que salía al balcón todas las mañanas a tomar el sol”.
Los viejos callan, porque la prudencia es aquello que han conquistado por la fuerza, pero en sus miradas, la tristeza de saberse asediados se asoma sin querer.
Y digo “viejos” porque con esa misma palabra quiero que me llamen a mi tiempo, porque representa la dignidad de quién caminó el camino y no solamente miró a otros pasar.
“Viejo” Con la crudeza de la vida misma.
Con la verdad.
No me endulcen las palabras como sí fuera tonta o como sí fuera débil.
Esta generación de pensadores ligeros y de facilitadores de la existencia queriendo reinventarlo todo!
Mis manos se llenan de grietas ya desde ahora y mi cabeza está cubriéndose de canas. No porque tienen la “tercera edad“, es porque son “viejas” y por ende sabias.
Envejecemos por la fricción de nuestros cuerpos con la tierra y la fricción de nuestras almas con las penas.
No somos adornos como las flores siempre en lozanía, o espectadores indiferentes como las piedras. Somos como los lobos, como las águilas, como los seres bellos y grandes de este mundo.
Y sobre “Nuestros viejos”.
Aquellos que sembraron, apuntalaron muros, trazaron caminos, dieron a luz, amaron, acertaron y fallaron, en éste, su mundo que ahora los despide y los hace sentir con los días prestados, como si ya no pertenecieran a aquí, como cuando te están corriendo de tu propia casa.
Qué pensarán? qué sienten?
La mayoría no salen desde hace mucho, por miedo a ser contagiados y se aferran a la esperanza de una vacuna. Cuándo antes un virus mortal fue tan selectivo y tan perverso en su mensaje?
Y si les preguntamos?
Seguramente quisieran hablar, pero callan y aparentan fortaleza para darnos ánimos.
Que extrañan mas?
Las reuniones familiares, las visitas, los paseos, la comadre, el carnicero, el tamalero, los abrazos, los chismes, la ida por el pan, y las gorditas por la mañana, o la misa del domingo?
Y en medio de este desorden e improvisando, escogemos también en un momento de emergencia a quien salvarle la vida.
Cómo determinar cuál vida tiene más valor? y quién dicta el veredicto? No hay tiempo para concluir un juicio de esta magnitud. Y aun así, muchos viejos son más prolíficos y creativos en sus últimos días, que muchos jóvenes o adultos en toda una existencia. La sombra de los árboles viejos son extensas, y sus troncos robustos.
Yo veo por mis viejos, pero cada día es más difícil por ese dejo de nostalgia y de despedida en sus ojos lagrimosos y se me rompe el corazón.
Y aquellos a quienes nadie cuida? Y los que llevan tiempo castigados? llegará a tiempo ese reencuentro?
Cuántas preguntas hoy. Este es un gran tiempo de reflexión.
Mi tío Sergio con esa forma liviana y natural de ver las cosas, me dijo el otro día; Estoy listo para morir, no tengo miedo, es lo mas natural que existe, tan natural como la misma vida. Por un momento sentí tranquilidad y lo entendí tal cual.
Hoy me resisto a la idea.

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